Temple Grandin es una es una zoóloga, etóloga, diseñadora de mataderos, profesora de la Universidad Estatal de Colorado y activista comprometida con los derechos y la educación de las personas autistas (como ella misma). Después de oír alguna de sus charlas y de ver la película sobre su vida, me llamó la atención su gran capacidad para entender el mundo desde los ojos.
Verla moverse a cuatro patas por los vallados por los que caminan las reses, recogiendo la información de todos los detalles (sombras, materiales, baches, propiedades del suelo, inclinación, bordes…) es toda una alegoría de la trascendencia de la “razón sensible” para comprender desde el compromiso y la implicación del propio cuerpo los lugares que habitamos. Desde esta realidad ofrece una manera diferente y muy interesante de mirar, a partir de su gran capacidad para focalizar los diferentes detalles y poder interpretar desde esta competencia analítica/visual, los diferentes retos que plantean determinadas situaciones.
Desde su diferencia (que tantas dificultades le ha supuesto) tiene una gran capacidad para ver aquello que nadie más ve. Ella habla de su manera de pensar comparándola con google images. Cuando escucha, por ejemplo, la palabra iglesia se le aparecen infinidad de imágenes diferentes con los diferentes tipos de construcciones, diferentes alturas, edades, estilos, formatos… Esta forma de pensar (que creía universal) poco a poco la fue haciendo sentirse absolutamente distinta y también cada vez más capaz de aportar desde esta diferencia. Me gusta la anécdota de cómo se dio cuenta de que en una granja de vacas lo primero que había que hacer era quitar una bandera, de cómo a través del observación había entendido que el ondear de aquella lona asustaba y alejaba las vacas de aquel contorno[1]. Junto con aquella otras tantas observaciones la fueron haciendo capaz de construir espacios cada vez más adaptados a la comodidad de las reses (paradójicamente en el camino hacia su muerte) .
Sin salir del mundo del autismo también podemos recuperar la mirada del gran Fernand Deligny (educador escritor y cineasta francés) que entre otras muchas cosas se dedicó a convivir con niños autistas en una zona rural francesa:
Mucha de la pedagogía que nos trasmite este hombre polifacético tiene que ver con la importancia de aprender a mirar sin intervenir, dejar ser a la otra persona limitándose a acompañar sus movimientos. De hecho (quizás junto a otras fuentes) es a partir de sus escritos que empezó utilizarse el término acompañar (desde su origen del mundo musical) en el ámbito educativo y de intervención social.
Me llamaron vivamente la atención las imágenes que dibujó de los recorridos que hacían algunos de estos niños por los senderos cercanos o por las diferentes habitaciones de la casa… unos dibujos sin otro propósito que tratar de comprender (que no interpretar), y quizá de acompañar con la mirada, este continuo de movimiento.
Más que otra cosa pueden parecerse a cierto tipo de arte conceptual, o quizás a los garabatos de un niño… Y sin embargo hay una profunda intención de afinar la mirada desde otro lugar, desde la pura contemplación de la otra persona sin la necesidad ni la intención de asimilarla, de acertar en un diagnóstico, en unas palabras que encierren la realidad en una compresión (siempre parcial) que nos libere de la necesidad de seguir buscando.
Estas dos experiencias (la de Temple Grandin y la de Deligny) reflejan dos maneras de posicionarse, dos caminos a veces opuestos, a veces complementarios, pero con un sustrato común: dejarse llevar por la experiencia sensible como camino de comprensión profunda de la realidad y darle tiempo a esa mirada profunda para dejar que construya realidad (sobre todo hacia dentro).
Se trataría, por un lado, de dar cabida a los sentidos y de tomar en serio lo que nos pueden aportar y, por otro, de bajar la velocidad, de ubicarse en otro registro y, en definitiva, de contemplar. Toda una necesidad para un mundo como el actual en el que, como bien recoge Byung-Chul Han:
En este registro sensible, visual, espacial e intuitivo se mueven las propuestas relacionadas con las constelaciones o la representación sistémica cuando la trabajamos con la densidad y el calado que nos requiere. Evidentemente es mucho más que una forma de mirar y vincula saberes especialmente relevantes en un momento como el actual.
¿Qué pasa entonces cuando senti/pensamos con el cuerpo? ¿Cuándo le damos espacio y reconocimiento a lo que nos sucede? ¿Cuándo aún sin entenderlo sabemos/sentimos que tiene razón.. su razon?
Desde mi propia experiencia estas serían las características más relevantes de estas aproximaciones a la realidad.[1]
- El vínculo con el sistema y sus patrones. Quizás esta sea para mí la característica más significativa de este tipo de enfoques. Y es que hablamos de pensar la realidad trascendiendo uno de los imperativos más intencionalmente repetidos el paradigma histórico en el que vivimos. Eso de que cada uno/a se construye su propia vida a partir del sí mismo (la idea del self-made man) y cada vez más descontextualizado que sus entornos relacionales. Frente a esta idea, la mirada sistémica y las diferentes aproximaciones del mundo de las constelaciones (no tiene porqué ser lo mismo) afirman la importancia de las tramas relacionales y los vínculos de pertenencia no sólo para plantear nuestras iniciativas (para proyectar la mirada en nuestras propuestas desde la incorporación del «mapa relacional») sino, sobre todo, para entender muchas de los patrones de acción (de vida) y relación que mantenemos. Entender la “funcionalidad” de nuestras conductas dentro de los sistemas de los que formamos parte y mucho más allá la profundidad de lo que implica ocupar un lugar dentro del lugar mayor de pertenencia de cada sistema (familiar, organizacional, de pareja…) con sus mandatos, sus sentidos, su cultura, sus límites y exclusiones … En este punto quizás el aporte fundamental es el de tratar de comprender cuáles son las “leyes”, lógicas o inercias de los sistemas y sus implicaciones para las personas que pertenecemos a los mismos. En este sentido aportes como el de los órdenes del amor (sobre todo) o de la ayuda, de Hellinger y los diferentes, y diversos desarrollos desde el ámbito sistémico (teoría General de los sistemas,…) nos permiten comprender con mayor profundidad y enfocarnos una mejora de la relación con el lugar que ocupamos o hacia el cambio de lugar.
- La imagen, más allá de la interpretación racional/analítica. Hablamos de una aproximación visual con todo lo que nos puede ofrecer y también con los límites que implica. Hablamos de pensar visualmente y de la fuerza que puede tener una imagen para ayudarnos a comprender. Una propuesta que “simplifica” la realidad desde su ubicación en el espacio y que a su vez profundiza desde una perspectiva que “mueve” (también) canales diferentes a los meramente racionales. Una de las frases que se suelen utilizar en el mundo de las constelaciones es la de dejar trabajar a la imagen, dejarla hacer y traerla de vez en cuando. De hecho no deja de ser habitual que algunos flashes de estas imágenes vuelvan a nuestro recuerdo y cobren sentido días, meses, incluso años después. También es importante entender este pensamiento no únicamente como un acceso a una comprensión espacial, sino fundamentalmente como un acceso también a un pensamiento más profundo y simbólico.
- El cuerpo y los cuerpos tramados. En el ámbito de las constelaciones y las representaciones sistémicas se privilegia la sensación, la intuición y la confianza en el conocimiento sensible. Cuando nos ubicamos en el espacio con el cuerpo que somos vamos aprendiendo cada vez más a dejarnos sentir y a confiar en lo que nuestros cuerpos dicen. Para mí (una persona especialmente mental) está sido una de las experiencias fundamentales en mi recorrido por este mundo. Aprender a confiar y dar valor al conocimiento profundo del cuerpo y de los cuerpos tramados en un espacio y un campo concreto (los sistemas que habitamos representándolos en cada representación sistémica o constelación). La experiencia de “seguir al cuerpo” nos ayuda a alejarnos de la preeminencia de las “verdades” mentales y de los discursos aprendidos y nos ayuda a mirar desde otro lugar, a enfocarnos desde el espacio del sentir, de lo sensitivo, de donde el cuerpo late de una u otra manera.
- Desde la lentitud y el proceso “la imagen” se deja revelar. Al pensarnos en imágenes no podemos olvidarnos del símil de la fotografía y es que de algún modo de lo que se trata es de transitar desde el negativo de la imagen hasta llegar a positivarlo. Se trata de pasar de una imagen en conflicto a una imagen de solución. Quizás únicamente a un siguiente paso. Lo importante es tener conciencia de que hay un proceso y darle cabida también desde la idea de ver qué es lo que emerge (que nos sugiere, que nos hace sentir…) o qué es lo que «se revela» en esa imagen para poder acompañarla hacia un lugar mejor, hacia una imagen diferente que nos ayude a comprender mejor las tramas que nos atan a determinados conflictos desde la fuerza (y función que ocupamos) en las lógicas del propio sistema. En este camino quizá uno de los apoyos fundamentales va ser el dejarnos llevar por la lentitud. Darle tiempo al proceso y confiar en la sabiduría de lo que sucede sin las prisas de las soluciones rápidas, atendiendo a los tiempos de los cambios profundos. Esto supone incluso que en la gran mayoría de las ocasiones la imagen seguirá “trabajando” (a nivel simbólico o inconsciente) más allá de la representación. Confiar en esa lentitud también nos ayuda a aprender que, en la gran mayoría de las ocasiones las respuestas rápidas únicamente nos liberan de la ansiedad y el miedo de sostener la propia incertidumbre ante respuestas demasiado limitadas.
- Más allá del determinismo, hacia la aceptación y la integración. Si bien el “trabajo” al que nos estamos refiriendo trata de desvelar los diferentes patrones, lealtades, enredos del sistema… que condicionan a la persona, no podemos decir que se sitúen desde un cierto determinismo sistémico. No se trataría de entender las tramas del sistema para plegarse a ellas, y quizás tampoco de combatirlas o “liberarse” de ellas. Desde mi experiencia he podido palpar la fuerza que tienen estos lazos invisibles sobre todo desde los niveles más profundos. Cada vez soy más consciente del “poder” de las lealtades y tramas que nos enredan y limitan (y que también nos permiten existir tal como somos). Quizá por ello no se trata tanto de combatir, de conocer estos lazos para liberarse de ellos, sino incluso todo lo contrario. No se trata de nadar contracorriente sino de tomar conciencia de las diferentes corrientes profundas que nos empujan. Por ello desde las distintas aproximaciones se va a trabajar generalmente hacia la aceptación de la imagen presente y también hacia la integración de las diferentes realidades que nos revela, para ir pudiendo caminar el hacia una imagen diferente, hacia un siguiente paso. De algún modo se trataría de aceptar lo que es tal cual es, de integrar las diferentes imágenes internas, que ser capaz de mirar (nos) desde un lugar más comprensivo en el sentido integrador del término. Evidentemente esto no quiere decir aceptar los actos y conductas que dañan a las personas que pertenecemos, ni aceptar el dolor como positivo, ni las estructuras injustas y si aceptar la realidad tal cual es (desde su profundidad), la vida tal cual nos llega y el lugar en el que estamos para ser capaces de mirarlo aunque no lo entendamos, aunque nos duela. No se trata de querer o no cambiar, sino de ser capaces de mirar el lugar que estamos aquí y ahora, sin juicio… aún sabiendo de la dificultad de llegar a suspender este juicio.
Además de estas características que nombro, para mí el trabajo que se realiza, sobre todo desde el enfoque de las constelaciones, tiene que ver con una aproximación actitudinal, con un acercamiento especialmente abierto, profundo y respetuoso. Unas actitudes que tratamos de aprender y de vivir sabiendo que siempre estamos lejos de conseguirlo. Un acercamiento que:
- Respetar y honrar el sistema que se representa y el lugar de cada quien. Uno de los elementos fundamentales del trabajo con sistemas tiene que ver con la aceptación de los sistemas tal cual son, aunque no nos gusten, aunque sea a cierto que provocan no pocos dolores. Por encima de cualquier otra idea el respeto o al sistema en el que uno va a intervenir tiene que estar por encima de todo. Desde ahí también debemos ser capaces de respetar profundamente los diferentes lugares de cada quien, los lugares de dolor y también los lugares de éxito. No se trata de tener (o creer la ilusión de tener) poder por encima del sistema para mejorarlo. Uno no es quien. Únicamente seremos capaces de ver cuando dejemos de mirar con los ojos de quien pretende cambiar, arreglar, juzgar, mejorar una realidad que con mucho nos trasciende.
- Aceptar lo que es, dejar ser. En la misma línea de esta aceptación está el ir cultivando la actitud de la no interferencia. Se trata de intentar no ayudar, incluso de intentar no intentar. En la misma línea que la mirada que antes describíamos de Deligny se trata de acompañar con esa mirada contemplativa, de dejar que se exprese el sistema tal cual es, desde ahí se tratará de ponerlo en diálogo pero sin intervenir únicamente dejando que se desarrolle. Se tratará de sostener, de dar espacio al campo del sistema junto con las personas del grupo si lo hay, tratando de conectar con esa levedad del centro que tan bien describe Hellinger.[2]
- No saber. Wislawa Szymborska en su discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura, 1996[3] decía: “estimo altamente estas dos pequeñas palabras: “no s锑. Pequeñas, pero dotadas de alas para el vuelo. Nos agrandan la vida hasta una dimensión que no cabe en nosotros mismos y hasta el tamaño en el que está suspendida nuestra Tierra diminuta. Si Isaac Newton no se hubiera dicho “no sé”, las manzanas en su jardín podrían seguir cayendo como granizo, y él, en el mejor de los casos, solamente se inclinaría para recogerlas y comérselas.” Me parece una buena descripción de la actitud que deseamos cultivar. Una actitud curiosa y llena de respeto. Una mirada que no afirma, sino que pregunta, que busca, que trata de entender sabiendo que nunca llegará entender del todo. Una actitud sin doctrina, un mapa en blanco, un puro boceto que se va tramando mientras va sucediendo. Un camino artesano que se ayuda de guías no tanto para producir sino para dar luz a nuevos elementos de sentido.
[1] Charla Ted de Temple Grandin: El mundo necesita todo tipo de mentes https://www.ted.com/talks/temple_grandin_the_world_needs_all_kinds_of_minds?language=es
[2] Jordi Planella “Fernand Deligny: pedagogía y nomadismo en la educación de las «otras infancias»”,Revista d’Història de l’Educació,nº 20, pàg. 106 Agradezco mucho al autor, Jordi Planella, la referencia de Deligny, un autor ciertamente interesante la par que complejo.
[3] Byung-Chul Han “El aroma del tiempo, Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse” Editorial: Herder, 2015,
[1] No me interesa tanto acercarme a las constelaciones desde la mera explicación de qué es lo que son, como operan, como se llevan a cabo, qué fundamentos la sustentan… Sino describir desde mi experiencia que pueden ofrecer desde esta perspectiva de mirarnos desde el lugar que ocupamos. En la bibliografía ofrezco algunos textos y enlaces en los que podéis encontrar de él una explicación más detallada de algunos de estos enfoques.
[2]B. Hellinger,“El centro se distingue por su levedad” Conferencias e historias terapéuticas.Ed Herder, 2002
[3] Wislawa Szymborska: Discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura, 1996, fuente http://sergiomansilla.com/revista/aula/lecturas/articulo_95.shtml