Representar las familias que somos

Una de las propuestas que suelo realizar en sesión y que, cuanto más voy adentrándome en la mirada sistémica, más me sorprende e interesa, es la propuesta de representar las familias que somos con un pequeño juego de figuras de madera.

Es un ejercicio que se puede realizar con cualquier otro objeto, unas tazas, unas piedras, unas sillas, muñecos…. siempre que el objeto pueda ocupar un lugar físico y tenga una cara y una espalda, un lugar hacia el que mira y un lugar al que da la espalda. Es una forma de representar al cuerpo. El cuerpo que somos y que son nuestros y nuestras familiares.

A mí me gustan las figuras de madera porque, además de resultarme estéticamente bellas, no tienen una expresión definida y sí unas características concretas que pueden proyectar lo que la persona, consciente e inconscientemente, proyecte en ellas.

La propuesta es sencilla. Representa a tu familia. Y cuando uno dice familia, dice lo que para la otra persona significa esa palabra. Puede ser la familia nuclear, los dos los tres los cuatro, puede ser la familia actual, la familia de origen, puede incluir a la familia más extensa o reducirse a unos pocos miembros.

Así, le pido a la persona, que elija una figura por cada persona, o grupo de personas. El límite es el número de figuras. Y si faltan, a veces se pueden agrupar. La familia de mis tíos, los de Alicante, las hermanas de mi madre…

Un primer acercamiento, puede ser preguntarle a la persona qué representan la figura que ha elegido para sí o para algunas de las personas que ha elegido. Tratando de describir, más que de calificar. Es afilada, es cóncava, es abierta, es cerrada, dura, blanda, con una cuerda que le rodea, oscura. Así soy o me siento. Afilado, anudada, duro, expuesta, protegido .. Así la o le veo. Aprovechar y recoger las proyecciones que ponemos en la figura. Integrar.

Y una vez elegidas las figuras le pido a la persona que las coloque en relación. Como si fuera el escenario de un teatro, representando las relaciones y vínculos entre los elementos. Hacia dónde o a quién mira cada elemento, a qué distancia están, quién está cerca o lejos de quién. Se puede hacer pensando, o puede hacer dejándose llevar, teniendo claro, o a golpe de tentativa, con seguridad, o sin convencimiento… Tratando de hacerlo eso sí con lentitud y sintiendo, en la medida de cada cuerpo, el movimiento de las figuras.

A partir de aquí se trata de volver a mirar y, de nuevo, tratar de describir lo más objetivamente posible. Esta figura está cerca, esta otra está lejos. Todos están en un lugar, yo estoy en el otro. Me miran dos figuras. Yo no miro a nadie… Todas las figuras miran hacia un lugar menos una. Todas están muy cerca y mirando al centro. Todas están dispersas y sin conexión de las miradas… Las escenas son múltiples y variadas, como las familias.

Y a veces ocurre. Que una vez dibujado el escenario la persona toma conciencia, de manera visual, del lugar que ocupa. ¿De qué te das cuenta? ¿Qué te llama la atención de esta escena? ¿Cómo se siente esa pieza ocupando ese lugar? ¿Cómo siente esa distancia con aquella pieza, la mirada de aquella otra, la ausencia o presencia de conexión con, la centralidad o lejanía del centro…?

No se trata de encontrar grandes verdades. Sólo de representar y tomar conciencia de una manera física. Lo bueno de las piezas es que solo pueden ocupar un lugar y solo pueden mirar hacia un lado.

Y por último queda la parte más interesante. La respuesta a una pequeña pregunta. ¿Habría un mejor lugar para tu pieza (sin que puedas mover a nadie más, claro… como en la vida misma) en esta representación?

¿Hablamos?

Tlfn. 659162212

raulcastillotrigo@gmail.com

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