La experiencia de senti-pensarnos desde un lugar concreto. O de donde viene eso de las representaciones sistémicas y las constelaciones. El lugar (4)

Entender la realidad desde un formato espacial nos permite comprender de una manera sencilla y gráfica el funcionamiento de un sistema concreto en algunas de sus características. Cuando dibujamos por ejemplo el esquema de un equipo de fútbol –en un 4-4-2, 4-3-3, o un 3-4-2-1-, cuando dibujamos un genograma o el organigrama de una empresa, estamos utilizando esta manera de mirar la realidad, de comprenderla desde esta «simplificación espacial».

Esta mirada nos permite visualizarnos dentro de estos sistemas para identificar cuál es el lugar que ocupamos, qué función tenemos en relación con el resto de los elementos y, cuando les damos dinamismo, (por ejemplo con los mapas de calor de los jugadores, distancia recorridas, pases realizados y en qué zona…,) también identificaremos diferentes características de estos sistemas, como donde se ubican los fallos, cuáles son los espacios más débiles, donde tenemos las fortalezas, cuáles son los nodos que más se relacionan y cuáles menos, etc…

El mundo del deporte en general ha avanzado mucho a través de la utilización de este tipo de formatos. Su carácter visual y simplificador ayuda mucho a generar aprendizajes rápidos, a facilitar la comunicación desde lenguajes comunes y a asentar esquemas compartidos para afrontar el ejercicio concreto.

Es cierto que esta mirada en ocasiones es especialmente esquemática y se centra únicamente en aspectos muy superficiales (tan mecánicos como el movimiento de un balón a través de las distintas líneas de juego) de lo que significa el comportamiento de un sistema que abarca aspectos muchísimo más complejos (las relaciones, los vínculos, los aspectos emocionales, conscientes o inconscientes, simbólicos, culturales…)

Esta visualización espacial también se ha ido incorporando históricamente a otros ámbitos. En concreto desde las representaciones sistémicas y cada vez con mayor amplitud desde el mundo de las constelaciones tanto o familiares como organizacionales.

Poner en el espacio la relación de una familia, los vínculos de generaciones, las relaciones sociales, los aspectos emocionales, los vínculos transaccionales (a través del diálogo con las imágenes interiores), las diferentes lealtades dentro una organización,… nos ayuda a poder entender desde esta mirada la realidad expresada e implícita y también, cada vez más, a poder intervenir para encontrar “un mejor lugar” en cada una de estas situaciones.

Desde el mundo de las representaciones sistémicas y de las constelaciones[1], se lleva desarrollando un trabajo de profundización en este sentido y una experiencia acumulada que, aun desde la conciencia de ser una disciplina muy joven y muy heterogénea lleva acumulando experiencia y aporte a través de las últimas décadas.

En este campo, quizás, el referente fundamental ha sido Bert Hellinger (aunque cada vez con más escuelas diferenciadas e incluso opuestas a su manera de hacer) con su desarrollo de las constelaciones familiares y sus diferentes evoluciones (órdenes del amor, movimientos del alma, movimientos del espíritu) desde que en la década de los 80 comenzó a trabajar con esta herramienta/metodología/filosofía de acercamiento y profundización a la realidad de los sistemas (sobre todo) familiares.

Si bien es cierto que ha sido quien ha popularizado este trabajo también lo es que existen en la actualidad diversas maneras de entender y poner en práctica estas “representaciones” y que cualquiera de estas “escuelas” se ha nutrido de un largo camino de fuentes y referencias pretéritas. Así cuando hablamos del desarrollo de las constelaciones estamos hablando de una herramienta o de un trabajo terapéutico que no surge de una manera espontánea sino como una cristalización de diferentes tradiciones tanto del ámbito de la psicología (sobre todo) como de otras disciplinas como la filosofía, el coaching el manngement…

En esta historia es importante reconocer entre otros los trabajos de Virginia Satir con el desarrollo profundo de la historia familiar a través de genogramas y sobre todo a través de la representación de la familia en el espacio.

De hecho “fue Satir quien un día, cuando empezaron a faltar miembros de la familia con la que trabajaba en terapia, les sustituyó primero por sillas y luego por personas ajenas que los representaron. En ese momento pudo observar que los representantes al ser ubicados en ciertos lugares físicos sentían igual que los miembros de la familia representados, sin conocerlos.”[2]

También son importantes otras referencias como el análisis transaccional (con los aspectos simbólicos –Padre, adulto, niño-, los guiones de vida), la perspectiva sistémica y el constructivismo (la teoría General de los sistemas, Bertalanffi, Minuchin, los procesos de comunicación, Bateson ), el psicodrama de J. Moreno (con su representación de estados emocionales), la terapia contexto (con su idea de los vínculos transgeneracionales), la terapia primal (Arthur Janov con su idea de la neurosis como represión de conflictos reprimidos) la Gestalt (Aquí y ahora, trabajo de integración, polaridades,…), la hipnoterapia (Erickson) o el psicoanálisis (entre otras cosas con el desarrollo del concepto de inconsciente colectivo –Jung-) etc…

En la actualidad existen diferentes formas y maneras de entender el trabajo de constelaciones y representaciones sistémicas desde la perspectiva familiar u organizacional, desde una mirada sistémica, fenomenológica o espiritual, desde una mayor o menor estructuración en su formato, individuales o grupales, con representantes o con objetos, o desde diferentes corrientes “movimientos del alma”, “constelaciones gestalticas”, “sistémicas”, “cuánticas”, “Syst”, “método Blumenstein” y con diferentes escuelas de formación[3] y asociaciones de consteladores/as que reconocen estas formaciones AEBHIOCTI,… Podemos decir que es un campo de experiencia muy variado y que por ello se hace difícil de abarcar y cada vez más de juzgar como un todo con fundamentos y maneras de hacer homogéneas.

Del mismo modo podemos decir que, por está casi bisoñez como disciplina, sigue incorporando una frescura y un dinamismo, junto con amplios espacios de aprendizaje y mejora, ofreciendo una mirada muy interesante a la realidad (y a las diferentes realidades concretas) desde esta perspectiva espacial y centrada en el lugar que ocupamos con respecto a determinadas situaciones.

[1] Me referiré en varios momentos a las representaciones sistémicas o de los sistemas y al trabajo de constelaciones diferenciándolo. Más allá de las diferentes escuelas de trabajo en relación a las constelaciones, diferencio las representaciones sistémicas como un trabajo de mostrar el sistema sin intervenir en él, mientras que con las constelaciones se trata de hacer un movimiento hacía la solución o hacia la mejora y resolución de las implicaciones en el sistema. También hago una diferencia entre la mirada sistémica (relacionada con la teoría de los sistemas y con enfoques conocidos como sistémicos) y determinados enfoques de constelaciones que, si bien trabajan desde la concepción del sistema, lo enfocan desde una perspectiva más fenomenológica, centrada en la experiencia que surge y se revela en cada constelación, y vinculada a determinados enfoques (movimientos del alma, movimientos del espíritu, constelaciones chamanicas…)

[2] Editado de Pastor Bustamante, Amparo (2006). “¿Qué o Quién se expresa a través de mí?¿Por qué actúo así?: Constelaciones familiares aplicadas a la Terapia Familiar Sistémica”. http://constelacionesgestalticas.blogspot.com.es/2010/08/que-son-las-constelaciones-familiares.html

[3] Entre ellas que claramente recomiendo a mi querido maestro Miguel Doniz y los espacios de trabajo y formación de Emana.

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